miércoles, 20 de mayo de 2020

HABLEMOS DE LOS MIEDOS INFANTILES

La Psicóloga Educacional Daniela Fuentes Saleme   nos entrega algunas recomendaciones.

Hablemos de los miedos Infantiles

Suele ser frecuente en estos días que los niños no comprendan la situación de aislamiento que estamos viviendo y se pregunten con cierto grado de temor, cosas tan simples como por qué no ven a la abuela, no van al colegio o no juegan con sus amigos.
A continuación, vamos a hacer una breve definición de lo que son los miedos:
Son una emoción primaria provocada por la percepción de estar en peligro, los niños suelen sentir miedos o temores frente a situaciones muy cotidianas como a estar solos, quedarse en la oscuridad, ir al colegio o dormir solos.
El miedo es una emoción que se puede ver acentuada en situaciones llenas de incertidumbre como la que se vive hoy en día, en muchas ocasiones pueden sentir miedo y confusión sobre este nuevo concepto del “virus”, sobre cuánto puede durar, si les puede pasar algo a ellos o a sus padres.
Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin embargo, hay otros que enseñan a ser precavido y cuidadoso.
¿Cómo podemos enfrentarlos?
- Lo primero es escuchar, en forma empática y comprensiva haciendo sentir al niño que sus preocupaciones o temores nos importan, por lo que validamos esta emoción
- Legitimar los miedos, para luego transmitirle seguridad, protección y confianza.
- Indagar sobre a qué cosas le teme, qué es lo que le preocupa y afecta
- Ayudarlo a comprender que el miedo es una emoción desagradable y que si puede poner en palabras lo que siente se podría aliviar, lo que se llama nombrar para dominar
- No preguntar el por qué de los miedos, el niño no tiene esta respuesta y al tratar de buscarla podría angustiarse más
- Finalmente se puede leer un cuento que hable de los temores infantiles o contar experiencias personales de cuando eran pequeños y tuvieron
emociones similares, como forma de normalizar los miedos infantiles con la esperanza de superarlos.
Debemos recordar que los niños poseen una gran sensibilidad emocional y suelen sintonizarse fácilmente con la emoción de los adultos significativos. Ello hace que un niño o niña pueda reaccionar como un espejo que refleja las emociones de los adultos cercanos (por ejemplo, reaccionar con pánico frente al pánico o reaccionar con calma frente a un adulto que controla la situación), o a la inversa, que invierta los papeles, por ejemplo: al asumir el niño un rol protector frente al descontrol de los adultos, lo que implica un costo emocional importante para él.


Atención Padres y Apoderados

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